Según la Real Academia Española, el agua (del latín aqua) es la “sustancia formada por la combinación de un volumen de oxígeno y dos de hidrógeno, líquida, inodora, insípida, en pequeña cantidad incolora y verdosa o azulada en grandes masas. Es el componente más abundante en la superficie terrestre y más o menos puro, forma la lluvia, las fuentes, los ríos y los mares; es parte constituyente de todos los organismos vivos y aparece en compuestos naturales, y como agua de cristalización en muchos cristales”. Pero cabe señalar que desde el punto de vista científico, esta definición no tiene en cuenta los isótopos de hidrógeno y oxígeno, existiendo de esta forma, junto a la forma esencial del agua, H2O, el agua pesada, D2O, el agua hiperpesada, T2O y el agua semipesada HDO.
El agua es considerada como uno de los recursos naturales
más fundamentales para el desarrollo de la vida, y junto con el aire, la tierra
y la energía, constituye los cuatro recursos básicos en que se apoya el
desarrollo.
Como hemos comentado, es el compuesto más abundante,
cubriendo las tres cuartas partes de la superficie terrestre. Sin embargo,
diversos factores limitan la disponibilidad de agua para uso humano, dejando de
lado en este trabajo los factores económicos, sociales y políticos. Se sabe que
más del 97 % del agua total del planeta se encuentra en los océanos y otras
masas salinas y que podemos considerarla como inservible, ya que apenas están
disponibles para ningún propósito. Del 3 % restante, un 2,38 % aproximadamente,
se encuentra en estado sólido, resultando prácticamente inaccesible. El resto,
un 0,62 %, se encuentra en ríos, lagos y aguas subterráneas. Como apreciamos,
la cantidad disponible de agua es verdaderamente escasa, aunque mayor es el
problema de la distribución irregular en el planeta.
El agua, como recurso natural, es manipulada por el hombre,
alterando así su ciclo. El agua se extrae de los ecosistemas para su
utilización. Pero un mayor suministro de agua significa una mayor carga de aguas
residuales, lo que altera la vegetación y la calidad posterior en su vertido.
Es aquí donde hay que dejar constancia de la importancia del desarrollo sostenible,
que es aquel que permite compatibilizar el uso de los recursos con la
conservación de los ecosistemas.
Propiedades
fisicoquímicas
Sin duda alguna, el agua es uno de los elementos más
importantes desde el punto de vista fisicoquímico, hasta tal punto que sus
temperaturas de transformación de un estado a otro han sido tomadas como puntos
fijos, a pesar de que su punto de congelación y ebullición sean anormales,
debido a las asociaciones moleculares.
A temperatura ambiente, el agua pura es inodora, insípida e
incolora, aunque adquiere una leve tonalidad azul en grandes volúmenes, debido
a la refracción de la luz al atravesarla, ya que absorbe con mayor facilidad
las longitudes de onda larga (rojo, amarillo, naranja) que las longitudes de
onda corta (azul, violeta), desviando lentamente estas otras, provocando que en
grandes cantidades de agua esas ondas cortas se hagan apreciables.
Su importancia reside en que casi la totalidad de los
procesos químicos que suceden en la naturaleza, no solo en organismos vivos
sino también en la superficie no organizada de la tierra, así como los que se
llevan a cabo en la industria tienen lugar entre sustancias disueltas en
agua.
Henry Cavendish descubrió en 1781 que el agua es una
sustancia compuesta y no un elemento. Estos resultados fueron anunciados por
Antoine- Laurent de Lavoisier (1743 – 1794) en la Academia Francesa en 1783,
dando a conocer que el agua estaba formada por oxígeno e hidrógeno. En 1804, el
químico francés Joseph Louis Gay-Lussac (1778 – 1794) y el naturalista y geógrafo
alemán Alexander von Humboldt (1769 – 1859) publicaron un documento científico
que demostraba que el agua estaba formada por dos volúmenes de hidrógeno por cada
volumen de oxígeno (H2O).
Entre las moléculas de agua se establecen enlaces por puentes
de hidrógeno debido a la formación de dipolos electrostáticos que se originan
al situarse un átomo de hidrógeno entre dos átomos más electronegativos, en
este caso de oxígeno. El oxígeno, al ser más electronegativo que el hidrógeno,
atrae más los electrones compartidos en los enlaces covalentes con el
hidrógeno, cargándose negativamente, mientras los átomos de hidrógeno se cargan
positivamente, estableciéndose así dipolos eléctricos. Los enlaces por puentes
de hidrógeno son enlaces por fuerzas de van der Waals de gran magnitud, aunque
son unas 20 veces más débiles que los enlaces covalentes.
Los enlaces por puentes de hidrógeno entre las moléculas del
agua pura son responsables de la dilatación del agua al solidificarse, es
decir, su disminución de densidad cuando se congela.
En estado sólido, las moléculas de agua se ordenan formando
tetraedros, situándose en el centro de cada tetraedro un átomo de oxígeno y en
los vértices dos átomos de hidrógeno de la misma molécula y otros dos átomos de
hidrógeno de otras moléculas que se enlazan electrostáticamente por puentes de
hidrógeno con el átomo de oxígeno.
El hielo representa seis formas alotrópicas, en las que una
sola, el hielo ordinario, es más ligero que el agua sólida. Esta estructura
cristalina es muy abierta y poco compacta, menos densa que en estado líquido.
El agua tiene una densidad máxima de 1 g/cm³ cuando está a una temperatura de
3,8 ºC, característica especialmente importante en la naturaleza que hace
posible el mantenimiento de la vida en medios acuáticos sometidos a condiciones
exteriores de bajas temperaturas.
La dilatación del agua al solidificarse también tiene
efectos importantes en los procesos geológicos de erosión. Al introducirse agua
en grietas del suelo y congelarse posteriormente, se originan tensiones que
rompen las rocas.
Densidad
La densidad del agua líquida es altamente estable y varía
poco con los cambios de temperatura y presión. A presión normal de 1 atmósfera,
el agua líquida tiene una mínima densidad a 100 ºC, cuyo valor aproximado es
0,958 Kg/l. Mientras baja la temperatura va aumentando la densidad de manera
constante hasta llegar a los 3,8 °C donde alcanza una densidad de 1 Kg/l. Esta
temperatura representa un punto de inflexión y es cuando alcanza su máxima
densidad a presión normal. A partir de este punto, al bajar la temperatura,
disminuye la densidad aunque muy lentamente hasta que a los 0 °C alcanza 0,9999
Kg/l.
Cuando pasa al estado sólido ocurre una brusca disminución
de la densidad, pasando a 0,917 Kg/l.
Por tanto, la viscosidad, contrariamente a lo que pasa con
otros líquidos, disminuye cuando aumenta la presión. Como consecuencia, el agua
se expande al solidificarse. En la siguiente imagen vemos el diagrama de fases
del agua, donde podemos diferenciar gráficamente lo aquí comentado.
Disolvente
El agua es un disolvente polar. Como tal, disuelve bien
sustancias iónicas y polares; no disuelve apreciablemente sustancias
fuertemente apolares, como el azufre en la mayoría de sus formas, y es inmiscible
con disolventes apolares, como el hexano. Esta propiedad es de gran importancia
para la vida.
La propiedad de ser considerada casi el disolvente universal
por excelencia se debe a su capacidad para formar puentes de hidrógeno con
otras sustancias que pueden presentar grupos polares, o con carga iónica, como
alcoholes, azúcares con grupos R-OH, aminoácidos y proteínas con grupos que
presentan cargas + y -, dando lugar a disoluciones moleculares. También las moléculas
de agua pueden disolver sustancias salinas que se disocian formando
disoluciones iónicas.
En las disoluciones iónicas, los iones de las sales son
atraídos por los dipolos del agua, quedando “atrapados” y recubiertos de
moléculas de agua en forma de iones hidratados o solvatados.
Algunas sustancias, sin embargo, no se mezclan bien con el
agua, incluyendo aceites y otras sustancias hidrofóbicas. Membranas celulares
compuestas de lípidos y proteínas, aprovechan de esta propiedad para controlar
las interacciones entre sus contenidos químicos y los externos. Esto se
facilita en parte por la tensión superficial del agua.
La capacidad disolvente es responsable de las funciones
metabólicas, ya que en los seres vivos, existe una corriente de agua que pasa a
través del cuerpo y que constituye el medio imprescindible para realizar las
operaciones organobiológicas, y transportar las sustancias de los organismos.
Polaridad
La molécula de agua es muy dipolar. Los núcleos de oxígeno
son muchos más electronegativos (atraen más los electrones) que los de
hidrógeno, lo que dota a los dos enlaces de una fuerte polaridad eléctrica, con
un exceso de carga negativa del lado del oxígeno, y de carga positiva del lado
de los hidrógenos.
Los dos enlaces no están opuestos, sino que forman un ángulo
de 104,45° debido a la hibridación sp3 del átomo de oxígeno, así que
en conjunto los tres átomos forman con un triángulo, cargado negativamente en
el vértice formado por el oxígeno, y positivamente en el lado opuesto, el de
los hidrógenos. Este hecho es de gran importancia, ya que permite que tengan
lugar los enlaces o puentes de hidrógeno mediante el cual las moléculas de agua
se atraen fuertemente, adhiriéndose por donde son opuestas las cargas.
El hecho de que las moléculas de agua se adhieran
electrostáticamente, a su vez modifica muchas propiedades importantes de la
sustancia que llamamos agua, como la viscosidad dinámica, que es muy grande,
las temperaturas de fusión y ebullición o los calores de fusión y vaporización,
que se asemejan a los de sustancias de mayor masa molecular.
Cohesión
La cohesión es la propiedad con la que las moléculas de agua
se atraen a sí mismas, por lo que se forman cuerpos de agua adherida a sí
misma, las gotas.
Los puentes de hidrógeno mantienen las moléculas de agua
unidas, formando una estructura compacta que la convierte en un líquido casi
incompresible. Estos puentes se pueden romper fácilmente con la llegada de otra
molécula con un polo negativo o positivo dependiendo de la molécula, o con el
calor.
Adhesión
El agua, por su gran potencial de polaridad, cuenta con la
propiedad de la adhesión, es decir, el agua generalmente es atraída y se
mantiene adherida a otras superficies, lo que se conoce comúnmente como
“mojar”.
Esta fuerza está también en relación con los puentes de
hidrógeno que se establecen entre las moléculas de agua y otras moléculas
polares y es responsable, junto con la cohesión, del llamado fenómeno de la
capilaridad.
Capilaridad
El agua cuenta con la propiedad de la capilaridad, que es la
propiedad de ascenso, o descenso, de un líquido dentro de un tubo capilar. Esto
se debe a sus propiedades de adhesión y cohesión.
Cuando se introduce un capilar en un recipiente con agua, ésta
asciende por el capilar como si trepase “agarrándose” por las paredes, hasta
alcanzar un nivel superior al del recipiente, donde la presión que ejerce la
columna de agua se equilibra con la presión capilar.
Tensión superficial
Por su misma propiedad de cohesión, el agua tiene una gran
atracción entre las moléculas de su superficie, creando tensión superficial.
La superficie del líquido se comporta como una película
capaz de alargarse y al mismo tiempo ofrecer cierta resistencia al intentar
romperla; esta propiedad contribuye a que algunos objetos muy ligeros floten en
la superficie del agua.
Las gotas de agua son estables también debido a su alta
tensión superficial. Esto se puede ver cuando pequeñas cantidades de agua se
ponen en superficies no solubles, como el vidrio, donde el agua se agrupa en
forma de gotas.
Calor específico
También esta propiedad está en relación con los puentes de
hidrógeno que se crean entre las moléculas de agua. El agua puede absorber
grandes cantidades de calor que utiliza para romper los puentes de hidrógeno,
por lo que la temperatura se eleva muy lentamente.
El calor específico del agua es de 1 cal/°C g.
Esta propiedad es fundamental para los seres vivos, ya que
gracias a esto, el agua reduce los cambios bruscos de temperatura, siendo un
regulador térmico muy bueno. También ayuda a regular la temperatura de los
animales y las células permitiendo que el citoplasma acuoso sirva de protección
ante los cambios de temperatura. Así se mantiene la temperatura constante.
La capacidad calorífica del agua es mayor que la de otros
líquidos.
Para evaporar el agua se necesita mucha energía. Primero hay
que romper los puentes y posteriormente dotar a las moléculas de agua de la
suficiente energía cinética para pasar de la fase líquida a la gaseosa. Para
evaporar un gramo de agua se precisan 540 calorías, a una temperatura de 20
°C.
Temperatura de fusión
y evaporación
Presenta su punto de ebullición de 100 °C (373,15 K) a
presión de una atmósfera.
El calor latente de evaporación del agua a 100 °C es 540
cal/g (ó 2260 J/g)
Tiene un punto de fusión de 0 °C (273,15 K) a presión de una
atmósfera.
El calor latente de fusión del hielo a 0 °C es de 80 cal/g
(ó 335 J/g).
Tiene un estado de sobreenfriado líquido a −25 °C
La temperatura crítica del agua (es decir aquella a partir
de la cual no puede estar en estado líquido independientemente de la presión a
la que esté sometida) es de 374 ºC y se corresponde con una presión de 217,5
atmósferas.
Cabe señalar, que como se ha comentado antes, el agua no es
H2O como tal, sino que es una combinación los isótopos de hidrógeno y oxígeno,
lo que hace, unido a su polaridad, que todas sus constantes físicas sean
anormales; el punto de ebullición debería ser – 63, 5 °C.
Conductividad
La conductividad eléctrica de una muestra de agua es la
expresión numérica de su capacidad para transportar una corriente eléctrica.
Esta capacidad depende de la presencia de iones en el agua, de su concentración
total, de su movilidad, de su carga y de las concentraciones relativas, así
como de la temperatura.
De los muchos factores que afectan el comportamiento de los iones
en solución, las atracciones y repulsiones eléctricas entre iones y la
agitación térmica, son quizá los más importantes.
Las soluciones de la mayoría de los ácidos, bases y sales
inorgánicas son relativamente buenos conductores de la corriente eléctrica.
Inversamente, las soluciones acuosas de solutos orgánicos, que no se disocian o
que se disocian muy poco en el agua, poseen conductividades eléctricas muy
bajas o similares a las del agua pura.
En la mayoría de soluciones acuosas, cuanto mayor es la
concentración de sales disueltas, mayor es su conductividad eléctrica. Este
efecto continúa hasta el punto de saturación de la sal o hasta que la solución
se halla tan concentrada en iones que la restricción del movimiento, causada por
un aumento posterior en la concentración, disminuye la conductividad eléctrica
del sistema.
Puesto que a mayor temperatura, menor viscosidad, y a menor
viscosidad, mayor libertad de movimiento, la temperatura también tiene una
marcada influencia sobre la conductividad eléctrica de un sistema acuoso. Si
bien el incremento de la conductividad eléctrica con la temperatura puede
variar de un ión a otro, en general, se acepta que ésta aumenta en promedio un
3% por cada grado centígrado que aumente la temperatura.
Otras propiedades
No posee propiedades ácidas ni básicas. Con ciertas sales
forma hidratos.
Reacciona con los óxidos de metales formando bases. Es
catalizador en muchas reacciones químicas. Presenta un equilibrio de autoionización,
autoprotolisis del agua: 2 H2O→
H3 O₊ ₊ OH-
Propiedades
biológicas
El agua es esencial para todos los tipos de vida, por lo
menos tal y como la entendemos.
El agua es excelente disolvente de sustancias tóxicas y
compuestos bipolares.
Incluso moléculas biológicas no solubles, como lípidos,
forman con el agua, dispersiones coloidales.
Participa como agente químico reactivo en las reacciones de
hidratación, hidrólisis y redox.
Permite la difusión, es decir, el movimiento en su interior
de partículas sueltas, constituyendo el principal transporte de muchas
sustancias nutritivas.
Constituye un excelente termorregulador (calor específico),
permitiendo la vida de organismos en una amplia variedad de ambientes térmicos.
Ayuda a regular el calor de los animales. Tiene un
importante papel como absorbente de radiación infrarroja, crucial en el efecto
invernadero. Interviene en el mantenimiento de la estructura celular.
Proporciona flexibilidad a los tejidos.
Actúa como vehículo de transporte en el interior de un ser
vivo y como medio lubricante en sus articulaciones.
La vida en la Tierra ha evolucionado gracias a las importantes
características del agua. La existencia de esta abundante sustancia en sus
formas líquida, gaseosa y sólida ha sido sin duda un importante factor en la
abundante colonización de los diferentes ambientes de la Tierra por formas de
vida adaptadas a estas variantes y a veces extremas condiciones.
donde estan las fuentes bibliograficas?
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